Me he encontrado a muchos dioses…
Mirando a los ojos de los peregrinos casi se adivina lo que andan buscando. A algunos se les ve en plena transformación, cercano al éxtasis, otros reflejan la paz al caminar, algunos van espantando sus demonios interiores y los hay que caminan como si fueran de excursión con el colegio. No merece la pena detenerse con los que andan buscando un récord físico, andando, en bicicleta, poniéndose a prueba. Siempre van con prisa y no encontrarán nada. Solo unas fotos para su Instagram.
Esta ruta siempre fue el “Camino de las Estrellas”. Los peregrinos que andaban de noche seguían el camino de la Vía Láctea, que los alquimistas entendían como un camino iniciático. Su existencia se considera anterior a la época medieval de las peregrinaciones. Sin datos que lo atestigüen, algunos consideran que fue una ruta de sabiduría iniciática en el mundo celta, que unía las poblaciones celtas desde Irlanda hasta Galicia. Queda el testimonio de las muchas interconexiones que siempre han existido entre estas culturas.
Los dioses siempre han estado de por medio. Y hoy continúan esos dioses, pero en una variedad cada vez mayor. Cada uno viaja con su propia creencia o en busca de ella. El que se pone en camino siempre busca algo. Si no, se quedaría con su monotonía de currante y consumidor disciplinado.
Los estudiosos no se ponen de acuerdo en cual fue el origen de la religión. Primero fueron los mitos. El hombre es la única especie que sabe de su muerte. Desde el principio recurrió a la mitología para acallar el miedo y encontrar un sentido para su devenir. Los mitos ponen un orden en el caos. Necesitamos los mitos para dar sentido a lo que hacemos y a todo el universo. Por ese motivo la religión es la respuesta ante el azar y el sinsentido de los acontecimientos. Ya decía S. Beckett que “la vida es un caos entre dos silencios”.
Algunos consideran que lo realmente necesario son los mitos y que las religiones no son más que una mitología mal entendida. Cada religión interpreta los mitos en función del poder que los utiliza, para justificar guerras, sancionar leyes o encumbrar a reyes bajo el manto divino.
Los dioses siempre han ocupado un espacio destacado en todas las sociedades. Han marcado el camino, han determinado los valores, han bendecido costumbres y rituales, hacían que el mundo funcionara…Ahora parece que están en retirada. Quizás bastante menos de lo que lo que se adivina.
Los viejos dioses funcionan como unas andaderas. Unos no los necesitan, algunos apenas los utilizan y otros los necesitan toda la vida. Pero con los dioses no ha desaparecido el mundo espiritual. La religión ayudaba a adentrarse en el mundo interior. “Cuando un creyente reza, todos los signos eléctricos de angustia en el cerebro desaparecen” (Boris Cyrulnik). Ese papel hoy lo han ocupado diferentes tradiciones de meditación, pero también las vivencias del arte , la música, el sexo o incluso el deporte.
Ante un viejo mundo que desaparece y otro que no acaba de nacer, la incertidumbre se apodera de cada uno de nosotros y necesitamos algo seguro donde agarrarnos. Pensar de forma individual es difícil y arriesgado; es más fácil adquirir un pack de creencias con las respuestas ya definidas. Dice el antropólogo J. Campbell que “todas las religiones han sido verdaderas en algún momento”, todas han respondido en algún momento a las preocupaciones ya los interrogantes de los hombres de su época.
El problema es cómo mantener y transmitir hoy esos valores antiguos que perduran, que no cambian y que estructuran nuestra vida. Los dioses antiguos pertenecen a ese mundo y por ello hoy se mantienen y recuperan rituales, procesiones, celebraciones …que dotaban de sentido y valores a ese mundo. Otros renuncian a sus dioses y se lanzan hacia lo nuevo, pero, como dice Chesterton “cuando dejan de creer en dios, muchos empiezan a creer en cualquier cosa”. Vemos muchos altares dispuestos para sustituir a los viejos dioses. Las redes lo ponen muy fácil.
Los podcast parecen que han sustituido a los sermones de los domingos para marcar los caminos de tránsito en este mundo tan confuso. Los influencers también han ocupado el viejo papel de los confesores para ayudarnos a decidir sobre las cosas importantes de la vida, como el color del pelo o la anchura de los pantalones.
Mi abuela llevaba un gran escapulario de santa Rita porque decía que le protegía y le daba fuerza. Por esos mismos motivos hoy se llevan tatuajes o las camisetas del ídolo de fútbol o la ropa que anuncian ídolos mediáticos. Las raíces de la religión siguen vivas. Seguimos viviendo en lo que Weber llamó “el jardín encantado de las religiones”. Unos por la sensación de cobijo y protección que ofrecen, otros buscando el sentido personal de lo espiritual, sin aceptar el pack de ninguna confesión determinada. Van buscando por libre: a diferencia de creer, pensar es cambiar de ideas.”Busqué en templos, iglesias y mezquitas, pero encontré lo divino en mi corazón” (Al Rumí, sabio sufí)
26 noviembre, 2023
«….hacia el niño que fui…» —- Hmmm. Y después que fuimos juntos al Monasterio de Guadalupe, buscando huellas de Persiles y Sigismunda, de CERVANTES…..
Está pendiente otro viaje alli, o otra canción, anda !
Un abrazo desde la Roma de los Peregrinos, donde precisamente a mí se me apareció esa novela de peregrinos «andantes» como los llama Cervantes no pocas veces….