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Desde el mar de pinares: Expectativas, ruidos y polvaredas

Manifestación de la España vaciada.

Estamos viviendo una semana que ha dado un vuelco al tono político de los últimos años y sobre todo puede poner punto final a la debilidad de los gobiernos de estos cuatro años. Han sido años perdidos para casi todo, excepto para las cuentas de las grandes fortunas millonarias que han visto aumentar su número y su volumen, en estos años de una crisis tan dura para la gran mayoría de los españoles.

Se ha abierto un tiempo de expectativas, pero al mismo tiempo ya ha comenzado el ruido y la bronca por el otro lado del horizonte. Cada vez me recuerda más esta situación a la que los libros de historia nos cuentan sobre los gobiernos de los dos primeros años republicanos, 1931-1933.

La historia nunca se repite, pero sirve como enseñanza al menos para no cometer los mismos errores. En aquel 1931 había tal cantidad de esperanzas, de proyectos, tal necesidad de puesta al día de la sociedad en leyes, costumbres, laicidad, emancipación de la mujer…que resultó imposible cumplir las expectativas en los plazos que los más radicales reclamaban. Al final los problemas llegaron sobre todo desde ambos extremos: violencia y radicalidad en un país que no estaba acostumbrado al dialogo social. Las contradicciones que muestra Miguel de Unamuno en “Mientras dure la guerra”, de Amenábar, reflejan bien ese clima de tensión social, ideológica y política.

Ahora, a finales de 2019 se han acumulado sobre los corazones y sobre las espaldas de la España sufridora de la crisis tal cantidad de expectativas que va a ser muy difícil mantener un clima social de cierta normalidad para poder gobernar y legislar sobre los temas que llevan aparcados desde hace 4 años por lo menos…. A todo ello hay que sumar la reversión de leyes aprobadas en los peores años de la crisis, bajo el lema de la austeridad, que se aprovechó para recortes no solo económicos, sino sobre todo en derechos laborales, libertades políticas o ayudas sociales. Enseguida han levantado sus voces los empresarios reclamando cínicamente que no se puede volver atrás en las reformas, cuando eso fue exactamente lo que hizo el gobierno de Mariano Rajoy en estos años, volver a los años de desprotección sindical, laboral y la consiguiente acumulación por parte de unos pocos.

Quizás el primer objetivo del futuro gobierno debería ser crear confianza en un sector amplio de la población para después trabajar bajo el lema de “paciencia”. Es la mejor lección que podemos aprender de la historia de España. Las mesas de trabajo están llenas de reformas y leyes que paradójicamente no pueden esperar: atajar reformas laborales y “Ley Mordaza”, asegurar la estabilidad del sistema de pensiones, reforma educativa, financiación autonómica, impuestos más elevados para los poderosos, redistribución de la riqueza, hacer disminuir el paro, conseguir un equilibrio regional y equilibrio de zonas urbanas y la España despoblada, defender la sanidad pública, apoyar la investigación y la cultura…y muchas cosas más que todos tenemos en la cabeza. Nada de esto puede esperar. Pero si queremos que este camino iniciado continúe hay que trazarlo con bastante seguridad. “Chi va piano va lontano” dicen los italianos, razonando que poco a poco se llega lejos.

En pocas semanas todos estaremos impacientes porque las reformas no comienzan, porque lo que se hace no está bien orientado, porque lo que se legisla no es lo prioritario…

Mejor, dar otro repaso a la historia, porque eso mismo ocurría en aquellos años de impaciencia republicana. También se ve en el horizonte que los dos conflictos que causaron más problemas entonces, siguen siendo los mismos hoy en día. Por un lado la identidad de España como nación, estado, nación de naciones…es decir, cómo nos organizamos en una sociedad donde todos tengamos un espacio común y vivamos en cierta armonía. Las Cortes republicanas lo resolvieron con bastante acierto y concordia, aunque no sin sobresaltos.

El segundo punto de conflictos fueron las relaciones Iglesia-Estado, que hoy continúan casi en el mismo punto. Las voces de la caverna ya están hablando de la próxima quema de conventos. La cuestión religiosa terminó por estallar enseguida en el período republicano por la violencia y las posiciones extremas. Ahora podemos leer bien los errores que entonces se cometieron y que sembraron de minas el camino del parlamento democrático. La Iglesia Católica continúa hoy siendo un sector con mucho poder e influencia, aunque los feligreses confesos sean una minoría. Su influencia en los medios de comunicación puede crear un clima de alta tensión, como vimos en la España de Zapatero. Hoy continúa siendo la base ideológica y el respaldo educativo para las clases favorecidas. La salida de Franco de Cuelgamuros ha sido solo una pequeña batalla en una guerra que será larga. A favor de la posible concordia hay un Papa más predispuesto a los acuerdos. Habrá mucho ruido y mucha polvareda, porque ayudan a tapar y enterrar los problemas más descarnados de distribución de riqueza y aspiraciones sociales.

Los próximos meses serán particularmente interesantes para la historia de España contemporánea, como fueron los primeros de Felipe González tras su llegada a La Moncloa en el 82. Y nos jugamos mucho, pero mucho.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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