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Desde el mar de Pinares: Tiempo de banderas «tiempo de enfrentamientos»

Banderas española y catalana.

Una bandera es un simple trozo de tela convertido en un símbolo ambiguo que cada uno carga con el significado que más le interesa. Lo mismo puede decirse del amor a la patria y de la misma palabra patria. En ese saco se introducen valores muy ambiguos como el amor, el sacrificio, tradiciones, modos de vida, formas religiosas concretas…Ahí cabe todo, si se le da un buen envoltorio patriótico. Caben los bulos sobre quienes interesa desprestigiar, caben las manipulaciones de datos sobre emigración o las cifras falsas sobre la “invasión” que estamos sufriendo…

En España siempre se saca la bandera contra alguien. Es una autoafirmación. Se enarbola en contra de los considerados una amenaza para “la gente de bien”, “los buenos españoles”. Los que no estamos incluidos ahí, ¿qué somos, entonces?. La utilización de la bandera parece que da autoridad para señalar a los antiespañoles y los antipatriotas. Es muy extraño este patriotismo que consiste en amar mucho a España y en odiar a los que no piensan como ellos.

Ahora se esfuerzan en ondear las banderas para que sus telas tapen los desastres sociales provocados por las medidas anticrisis de los gobiernos de Mariano Rajoy. Las banderas se agitan para ocultar los problemas reales de la gente: el paro, los sueldos miserables, la precarización de los jóvenes, la corrupción en la que se asentó el PP, la desigualdad, los desahucios, las esperas sanitarias, la falta de recursos en la educación pública, los insultantes sueldos de los altos ejecutivos de empresas del IBEX…

La vieja y las nuevas derechas no están interesadas en hablar en su campaña de esos problemas reales y prefieren dirigir su atención a la unidad de España, el amor a la bandera y a peregrinos debates sobre el aborto o las amenazas de las que llaman feminazis. Las banderas ayudan mucho a tapar esos problemas reales, sobre todo en las mentes de los más ignorantes y los más manipulables por bulos y frases altisonantes en las redes sociales.

En lugar de debate sobre los problemas están más interesados en el enfrentamiento y la polarización, donde es más fácil manejarse con eslóganes, frases cortas, datos interesados, cifras manipuladas y descalificaciones constantes. Nunca hay un debate con razones. Es más fácil un insulto y una provocación para el enfrentamiento.

En un debate nos enteraríamos todos de que la emigración ordenada es necesaria y está siendo beneficiosa (y aún más en el futuro) porque nuestro índice de natalidad es el segundo más bajo de Europa. También quedaría claro que el aborto apenas influye en esos índices de natalidad, porque lo que realmente estimula la natalidad son los salarios más altos y las medidas sociales que favorecen la conciliación y luchan contra la discriminación de las mujeres en sus trabajos. Así lo demuestran los países que están a la cabeza en el número de nacimientos, como Francia o los países nórdicos.

Además caería el bulo de que los emigrantes nos quitan nuestros trabajos, porque generalmente ocupan los trabajos menos cualificados, más duros, peor pagados y que los españoles no queremos. A cambio de ello hacen que los números de la Seguridad Social no sean excesivamente negativos.

En estos momentos de inseguridades la gran baza de la derecha es el miedo. Para justificar su discurso tremendista extienden el miedo a que los emigrantes nos roben el trabajo, las ayudas sociales o nuestras costumbres…el miedo a que España se rompa, el miedo a las mujeres que reclaman igualdad, el miedo a que la izquierda arruine la economía del país…

Algunos no pueden soportar tanta libertad e incertidumbre, necesitan seguridades. Ya explicó Erich Fromm en “El miedo a la libertad” que ese miedo fue el suelo donde creció el fascismo. Prefieren entregar buena parte de sus libertades a cambio de más seguridad. Es lo que llaman una “autoridad fuerte”. Ante un miedo extendido aparecen las figuras de los salvapatrias, que nos conducen a un “nosotros o el caos”.

La derecha vieja o nueva está buscando la crispación, el enfrentamiento y la polarización. Pero un país se construye con diálogo, con entendimiento y colaboración. El frentismo lleva al bloqueo y a la paralización. Los países más avanzados son los que tienen partidos más abiertos, dialogantes y capaces de negociar con cualquiera. La división en dos bloques nos coloca en una disyuntiva falsa, porque los ciudadanos no estamos enfrentados entre nosotros, sabemos hablar y relacionarnos…incluso con los cuñados. Este enfrentamiento lo provocan los políticos mediocres e incapaces de conseguir nuestros votos con propuestas serias en sus programas. Si dialogar y negociar equivale a traicionar entonces muere la política y la salida única ya la hemos sufrido en el pasado.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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