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Jesús Eloy García por el camino del Cid: de Cardeña a Silos

  • Los Ausines

De Cardeña a Silos

Si vieseis venir gente, para ir con nosotros, Abad,

Decidles que sigan el rastro y se pongan a andar

Que en yermo o en poblado nos podrán alcanzar

Soltaron las riendas, se pusieron a andar

Cercano está el plazo para el reino dejar.

Y así empiezo a dejarme llevar por estas tierras tan atractivas en una primavera lluviosa. Los pueblos son muy pequeños, muy cercanos y con escasos habitantes. Hay murales, esculturas, calles arregladas con esmero que hablan de la preocupación por mantener vivos estos lugares olvidados de casi todos. Paso por Modúbar de San Cibrián, los tres barrios de Los Ausines, las aldeas de lo que fue la legendaria Tierra de Lara… En alguno de ellos es difícil encontrar a alguien para preguntar por una ermita y hablar un poco. En cada uno se encuentran vestigios románicos de la época en que la zona se repobló con gentes y con rezos. Quedan pilas bautismales, alguna fuente, puentes medievales, varias ermitas e iglesias, en buen estado en general, y algún castillo ruinoso.

No es difícil imaginar a la tropa del Cid caminando por estas tierras. Muy poco habrá cambiado el aspecto de estas aldeas. Por aquí traerían las alforjas bien llenas y se acercarían a las fuentes para reposar y dar cuenta de tocinos y cecinas. Entre estas suaves lomas Mío Cid empezaría a vislumbrar lo que suponía el destierro. En realidad, Rodrigo fue desterrado dos veces. La primera en 1081 hasta 1087. Pero al año siguiente volvió a ser desterrado y ya no regresó jamás. Por entonces esta zona era la más rica de España. Los páramos estaban ocupados por grandes rebaños de ovejas con sus pastores y zagales, en mayor número que labradores. En tiempos de inseguridad y saqueos constantes era más fácil poner a salvo el ganado que los trigales. En las aldeas habría canteros, carpinteros, alarifes, clérigos, juglares, mercaderes…El comercio de la lana mantenía estás tierras con una población creciente.

¡Cómo cambian los tiempos! Hoy los desterrados son los miles de jóvenes que tienen que buscarse la vida fuera de sus zonas rurales. El rey ya no tiene poder para desterrar. Ese poder ha pasado hoy a los que detentan el poder real, banqueros, inversores, grandes empresas…a ellos ya no les interesa el mundo rural. Los políticos tienen poca voz y muy poca decisión para atajar la sangría de la población. Será, sin duda, un tema recurrente a lo largo del Camino.

Al pasar por Mecerreyes no veo más que un burro y un abuelo en una esquina…pero son de bronce!. El pueblo es simpático aunque casi no hay nadie. La alegría del día me la proporciona la ermita visigótica de Quintanilla de las Viñas. El mejor ejemplo del arte del siglo VII. Contemplando la cenefa de racimos en piedra que rodea la iglesia no hace falta preguntar el porqué del nombre de la ermita.

Después de andar por estas aldeas cuando llego a Covarrubias me parece una gran ciudad. No en vano es considerada la “ cuna de Castilla”, desde el tiempo de Fernán González. Me llama la atención la belleza de todo el caserío tradicional, bien cuidado y recuperado. Murallas, Torreón de Fernán González, palacios, Colegiata…hacen de Covarrubias un lugar para ser descubierto. Pero la mayor sorpresa es la estatua de la princesa noruega Kristina que en 1258 vino para casarse con el Rey Alfonso X el Sabio, quien pretendía repudiar a su mujer por no darle descendencia. Cuando llegó la princesa, la reina ya estaba embarazada. Para no desaprovechar el viaje la casaron con el príncipe don Felipe. La pobre mujer murió, dicen que de pena, al cabo de cuatro años. Es todo detalle dedicarle aquí este tierno recuerdo en bronce. Supongo que los príncipes y princesas habrán avanzado hoy algo en este tema, pero no estoy muy seguro.

Me adentro en los sabinares del Arlanza que dicen que son los más extensos de Europa. Lo mismo he oído de los de Calatañazor. También dicen que en estas riberas hay ejemplares de casi dos mil años. Ocupan todo un profundo valle que tiene un aspecto bastante sombrío con el verde oscuro de las sabinas. Es un espectáculo, además de una riqueza natural. La carretera va serpenteando hasta el Monasterio de S. Pedro de Arlanza, que no está exactamente en la ruta pero que merece la pena visitar. Todo él es está obras. La razón de las obras dicen que es una leyenda que pesa sobre el Monasterio debido a su importancia histórica para la Castilla de Fernán González, según la cual el esplendor del Monasterio siempre irá unido al equivalente para Castilla. Por si acaso La Junta… se ha puesto a la tarea. También parece una leyenda digna de Indiana Jones la historia que se cuenta de que el Claustro de San Pedro de Arlanza sea el Claustro Románico remontado actualmente en Palamós, llevado desde Ciudad Lineal, de Madrid, en una rocambolesca historia con nazis y fascistas de por medio. Parece que no hay mucho interés en investigar el tema.

En Santibáñez del Val me cuesta encontrar la Ermita de Santa Cecilia. Cuando la descubro se justifican las vueltas que dado por estos caminos. Es una joya románica con cabecera mozárabe escondida entre chopos y trigos, con galería porticada orientada al sur. A su sombra, me quedo recordando cómo algún día estos arcos cobijaron reuniones de gentes repobladoras hablando de lindes, de acequias y de caminos. Así se hizo esta parte de Castilla.

Estoy recorriendo lo que es probablemente la región con mayor patrimonio artístico en Europa. Se ha recuperado bastante. Pero da pena contemplar las ruinas de lo que un día fue esplendor y que nuestros responsables no saben transformarlo en riqueza para el presente. Deberíamos ser también la región más atractiva para el turismo europeo cultural y de calidad. Cuando oigo a los y las sucesivas Consejeras de Turismo me echo a temblar. Parece que leen Alicia en el País…” : si no sabes adonde ir, no importa el camino que elijas.” Echo de menos una idea general sobre el futuro de esta región. ¿Nos quedaremos solamente para entretener a los urbanitas aburridos?. Quizás halle la respuesta en el silencio de Silos.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

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