web analytics

Por el camino del Cid (4): en tierras de Soria

  • San Esteban de Gormaz

Castilla no es aquella tan generosa un día,

Cuando Mío Cid Rodrigo el de Vivar volvía,

Ufano de su nueva fortuna y su opulencia,

A regalar a Alfonso los huertos de Valencia…

Castilla miserable, ayer dominadora,

Envuelta en sus harapos, desprecia cuanto ignora.

Las duras palabras de Machado parecen resonar entre los caminos de estos pequeños pueblos de la provincia de Soria. Alcoba de la Torre, Alcubilla de Avellaneda, Zayas de Bascones…En este lugar precisamente me encuentro con dos vascones de San Sebastián, que en la flor de la vida, pasados los 70, están haciendo el Camino del Cid en bicicleta. Increible. Esto se llama turismo de calidad en todos los sentidos. Se animan a compartir una cerveza, “sin” por supuesto, que llevo fresquita en la furgo. Charlamos y compartimos la experiencia de un viaje fuera de los circuitos habituales.

En Castillejo de Robledo sitúan algunos eruditos el suceso de la afrenta a las hijas del Cid, por parte de sus maridos, los Infantes de Carrión. Ni las hijas del Cid se llamaban doña Blanca y doña Sol, ni se casaron con tales infantes. Los juglares recreaban y adornaban sus historias para hacerlas más atractivas. También entonces funcionaba la prensa amarilla. El Cantar, escrito más de cien años después de la muerte del Cid, se había enriquecido por los caminos medievales de una Castilla que necesitaba de héroes y leyendas, de buenos y malvados, como siempre.

Cada uno de estos pueblos atesora algún rincón románico, no romántico, precisamente. La iglesia de Zayas luce un pórtico muy rústico en madera, que vemos luego en piedra en Berzosa y en Rejas. Alcobar, Langa y, sobre todo San Esteban, mantienen torreones de lo que fue la línea defensiva del Duero. Estas fueron las tierras más machacadas por Almanzor y luego las más fortificadas, aunque continuaron cambiando de manos durante más de un siglo. Así ocurrió con San Esteban de Gormaz, preciosa villa que entre tanto batallar de la historia casi ha visto desaparecer su patrimonio artístico. Se mantiene el encanto de algunas calles y soportales junto con dos iglesias románicas, que fueron el ejemplo a seguir por toda la tierra de frontera. La de San Miguel fue la primera que tuvo una galería porticada, para cubrir reuniones religiosas y profanas. El modelo se extendió por toda Soria, Segovia y parte de Guadalajara. Las cuadrillas de canteros y albañiles repetían los modelos más reconocidos. La iglesia del Rivero es conocida por sus capiteles, donde los alarifes musulmanes representaron figuras humanas con sus atuendos árabes.

Estas tierras eran la llamada Extremadura Castellana y marcaban en el siglo XI el límite de Castilla, como se recoge en El Cantar:

A la mañana siguiente se pone a cabalgar,

Ya se sale de la tierra el Campeador leal;

A la izquierda San Esteban, una buena ciudad,

A la izquierda Alilon, la de las torres, que de moros es lugar.

Pasó por Alcubilla, que de Castilla el fin es ya;…

Junto a Navapalos el Duero va a pasar.

Y llego al Burgo de Osma que parece resumir entre sus calles toda la historia de Castilla. Fue una ciudad arévaca y luego romana, por su buen emplazamiento, para continuar como objeto de disputas hasta la derrota de Almanzor, aquí al lado. Entonces empezó a florecer como sede eclesiástica: Catedral, Palacio, Universidad, Hospital, Seminario…calles y plazas que hicieron de El Burgo de Osma una próspera ciudad castellana. Hoy parece que solo tiene historia, como tantos otros lugares, como si su futuro solo consistiera en organizar la matanza del cerdo, para los aburridos madrileños. Visitar la Catedral y su atractivo museo (sorprendente!), tomar una cerveza sentado en la Plaza o pasear por la Calle Mayor son las cosas que a uno le hacen sentirse vivo en este lugar en el mundo. La catedral representa un repaso completo a nuestra historia del arte. Iniciada en el románico del S. XIII, luego se embelleció con un claustro gótico ejemplar, retablos renacentistas de Juan de Juni…capillas de las familias poderosas…hasta concluir con la torre barroca. El espacio interior nos sumerge en el espíritu de esa época contradictoria, de guerras y recogimiento, de sangre y de piedad.

Cuando, a la vuelta de su primer destierro, El Cid hizo las paces con su rey, fue nombrado Señor de la fortaleza de Gormaz. La más impresionante de cuantas he recorrido. Es una construcción califal del siglo X desde la que se controlaban los pasos del Duero, que fluye a sus pies. En su época era la fortaleza más grande de Europa, con 1200 metros de muralla y 28 torres. Hoy es un espectáculo sin igual, tanto desde el pie de la loma, como desde la Puerta Califal. El interior permanece vacío para dejar volar la imaginación y ubicar por allí el ir y venir de los guerreros, musulmanes o cristianos, siempre pensando en los víveres, en el agua y en los asedios, las guerras y los saqueos. ¡Tiempos duros aquéllos!

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

Comenta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.