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Por la raya de Portugal (11): Desde Monsanto a Valencia de Alcántara

  • Alcántara

“Cuando emprendas el viaje a Ítaca/pide que el viaje sea largo/, lleno de aventuras y conocimientos”(Kavafis)

Vuelvo a la frontera. Ahora me acompaña mi hijo Alex. Siempre le encantan los viajes en la furgoneta y, sobre todo, el quedarnos a dormir en cualquier rincón del mapa

Retomamos el camino por el suroeste de la provincia de Salamanca y volvemos a percibir lo que La Raya tiene de tierra perdida, olvidada y a trasmano de todo… La comarca se llama El Rebollar. Terminan las dehesas charras al elevarse el terreno. Comienzan los bosques de robles. Son los rebollos que le dan su nombre y que nos van llevando hacia la Sierra de Gata y su continuación, la Sierra de la Estrella, adentrándose en Portugal. Los pueblos son casí anónimos, aunque no son pequeños. Recuerdo mis tiempos de maestro rural por Salamanca cuando los últimos pueblos en ser ocupados eran Navasfrías y El Payo… Aquí continúan. Y aquí continúa Peñaparda que ha legado al folclore peninsular el pandero cuadrado, hoy utilizado por muchos folcloristas, como Eliseo Parra que canta en el video “La suite del Rebollar”. Es una comarca que ha mantenido ritmos y cantos de tiempos remotos y perdidos.

Nos detenemos en Fuenteguinaldo porque es la hora de restaurarnos un poco. En un bar nos preparan un menú sobre la marcha. Mientras tanto damos una vuelta por la plaza. Vemos carteles y banderas sobre la Conmemoración del “400 Aniversario del Motín de Fuenteguinaldo”. Nunca es tarde para saber una cosa más. El pueblo se amotinó contra el recaudador de impuestos por sus excesos. Tras los conatos de violencia y apresamiento de los forasteros, los clérigos consiguieron que pudieran salir liberados hacia Ciudad Rodrigo y que hubiera un entendimiento posterior. Fue un nuevo Fuenteovejuna en estas tierras. Aquí se escribió también un drama con el mismo argumento. Es una de las pequeñas historias que hacen la historia.

Vamos bajamos un puerto sin nombre en el límite con Portugal por la Sierra de Malcata, que es Resera Natural, tierra salvaje del lince ibérico. Desde aquí arriba parece que toda Extremadura y la Beira Baja se ofrecen a nuestros pies. Pronto nos encontramos con el primer pueblo de Cáceres, Valverde del Fresno. Es jueves, día de mercado. A pesar del Covid, las calles y el mercado están muy animados, aunque guardando normas y distancias. Conozco muy bien el queso de cabra de aquí porque la amiga Begoña (riazana de adopción) procede de Valverde y nos lo da a probar de vez en cuando. Ahora tengo la oportunidad de probarlo y comprar in situ sus variedades: más o menos curado, con pimentón, en aceite… Este tipo de quesos son una delicia y una reliquia de la España rural que se está extinguiendo. ¿Quién va a hacer estos quesos cuando ya todos seamos modernos y con 5G ? ¿Quién va a cuidar cabras entonces?.

Seguimos la carretera hacia Portugal. Continúa siendo una zona muy perdida, pero en este lado es un poco menos. Por aquí se encuentran algunas de las más reconocidas “aldeas históricas”. A mí me tiene subyugado Monsanto. Es la tercera vez que vengo. Hablé de ella en otro blog de viaje sobre Aldeas Históricas. Vuelvo a pasar porque siempre merece la pena. Contemplado desde lejos, no es de extrañar que el “Monte Santo” haya estado habitado y reverenciado desde los tiempos más remotos. Se levanta como una gran montaña sagrada, presta a revelar los mayores secretos a los hombres que se acerquen. Me recuerda a otra gran montaña, sagrada y maldita, el Montségur de los Cátaros.

Hemos dormido al pie de la montaña y hemos visto salir el sol iluminando lo que un día fue todo un santuario, un poblado troglodita (aún hoy) y un castillo inexpugnable, construido por la Orden del Temple, a quienes el rey Alfonso Henriques les había donado la población. En el siglo XIX estalló el polvorín, como en otros lugares, y el castillo se convirtió en las ruinas que vemos hoy.

Monsanto es reconocida como “la aldea más portuguesa de Portugal”, porque mantiene los valores y las esencias del Portugal más genuino. Así lo atestiguan las muñecas “marafonas” que las mujeres continúan elaborando, como símbolo de la diosa de la Fertilidad, que antes se ponían en las tierras o adornando la cama de los novios. Sus calles y sus casas de piedra parece que emanan de las mismas rocas de granito porque aparecen en medio, debajo e incluso en lo alto de redondos peñascos.

Toda la frontera tiene tal riqueza y guarda tantos tesoros, que vamos saltando por civilizaciones, reinos e imperios según rodamos entre jaras y encinas. Llegamos a un nuevo encuentro con los romanos en el Puente de Alcántara. Ahí sigue su obra, su calzada y, sobre todo, su puente, como si acabara de inaugurarlo el Emperador Trajano. Es difícil hacerse a la idea de lo que debería suponer una obra de esta envergadura y capacidad ingeniera en el siglo I. Este puente cruzaba un Tajo imposible de cruzar, facilitaba viajes, comercio y, lo más importante, traslado de tropas y recursos. Era la civilización romana, ésos que no nos dejaron nada y solo trajeron sangre y sometimiento, según los revolucionarios de La vida de Brian.

A 600 metros del Puente Romano se puede ver una gran obra de la ingeniería de nuestros tiempos, la presa del Embalse de Alcántara, que es el segundo mayor de España en agua embalsada, 3162 Hms. cúbicos. Sobra cualquier comentario al contemplar en la misma panorámica las obras de los ingenieros romanos y los del siglo XX.

El río Tajo, solo después de esta presa, comienza a fluir de manera casi natural, marcando la frontera más de 50 kilómetros. Durante su recorrido por toda la provincia de Cáceres se convierte en una sucesión de Embalses que han transformado y deteriorado sus riberas, su flora y fauna, pero sobre todo la vida de sus gentes, que fueron siempre carne de emigración. Las grandes fortunas de los consejeros, políticos caducos y dirigentes de Iberdrola están basadas en la pobreza que sembraron en estas tierras. La España rural siempre es una fuente de recursos para estas empresas depredadoras y más aún cuando se han privatizado por completo. Aquí han quedado linces, cuervos, alimañas y buitres… pero también en sus Consejos de Administración.

Seguimos hacia el sur, hacia Valencia de Alcántara. Entramos en los territorios que, tras la conquista cristiana, se entregaron para su población y defensa a las Órdenes Militares. No llegaron hasta aquí las Comunidades de Villa y Tierra. En las tierras del sur, este tipo diferente de repoblación explica de forma muy clara el régimen histórico de propiedad de la tierra, con estas grandes extensiones en manos de unos pocos propietarios y aristócratas, que han mantenido bien protegido su cortijo. Nunca mejor dicho. La historia pasada explica la historia actual.

Pasamos por Valencia de Alcántara con una ligera mirada a su barrio Judío-Gótico, que es Conjunto Histórico. Dejamos para otro día más tranquilo una buena ruta por el conjunto de dólmenes, hasta 41 en toda la zona, que son Bien de Interés Cultural. No estamos haciendo un recorrido turístico. Vamos de acá para allá eligiendo lugares y destinos que pueden tener diversos puntos de interés, pero sin ser exhaustivos. Esto no es una Guía Turística. Vamos “siempre de paso” y a veces no llegamos en la mejor hora para echarnos a andar por alguna ruta, interesante sin duda, pero abrasadora.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

1 Recado

  1. Dice Jesús en este video, narrando lo que encuentran él y su hijo Alex por esta parte de La Raya: «Llegamos a un nuevo encuentro con los romanos en el Puente de Alcántara. Ahí sigue su obra, su calzada y, sobre todo, su puente, como si acabara de inaugurarlo el Emperador Trajano. Es difícil hacerse a la idea de lo que debería suponer una obra de esta envergadura y capacidad ingeniera en el siglo I. Este puente cruzaba un Tajo imposible de cruzar, facilitaba viajes, comercio y, lo más importante, traslado de tropas y recursos. Era la civilización romana, ésos que no nos dejaron nada y solo trajeron sangre y sometimiento, según los revolucionarios de La vida de Brian.»

    Wow.

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    Se ve en la parte del pueblo de Monsanto por qué a mi amigo lo embruja esa comarca !

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