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Por la raya de Portugal (2): De Valença do Minho a Monçao

  • Viana do Castelo

Cruzamos el puente internacional sobre el río Miño, que es la frontera real desde el siglo XII y comenzamos el viaje por el otro lado de “La Raya”. Hoy no venimos de compras a Valença do Miño pero eso no impide que demos una vuelta por las tiendas que inundan todo el centro histórico de la ciudad. Ya se pasó el furor de las toallas y las mantelerías. Hoy ya podemos ver tiendas bastante elegantes, calidad y buenos precios. Al final lo que buscamos los españoles es un “bom bacalhau”, pero nosotros llegamos ya servidos de Tuy.

Entre un café y otro nos dedicamos a dar una vuelta por el espectacular sistema defensivo. Son cinco kilómetros de murallas que, ya desde el siglo XII, indican la importancia que los “países hermanos” dieron a este emplazamiento. La mayor parte de lo que hoy vemos es la obra del S. XVII del ingeniero francés Vauban que trabajó aquí igual que en otros lugares de la frontera. Algunas de sus fortificaciones hoy son Patrimonio de la Humanidad, como se espera que sean todas estas obras que se levantaron para defender La Raya. Esta fortificación, junto con las de Almeida y Elvas, son las mejor construidas y mejor conservadas de toda la frontera.

Valença vive del turismo y condensa en sus calles muchas de las esencias y de los tópicos de Portugal. Sus calles de trazado medieval desvelan casas con los típicos azulejos en azulVemos iglesias con el juego del oscuro granito y el blanco encalado. Hay vinho verde, bacalhau, oímos hablar el llamado portuñol. Sin embargo hoy estas calles están bastante vacías. Es el verano del Covid y, al igual que en Galicia hemos visto playas completamente desiertas, aquí vemos la huella de la precaución y del miedo, aunque en el norte de Portugal apenas ha habido casos.

Siguiendo el curso del río nos dejamos llevar hacia el mar para recorrer esta frontera, tan natural y tan artificial. Pasamos por Vilanova de Cerveira que también luce murallas y fortalezas. En esta zona norte nació el Condado Portucalense, origen de Portugal. Era necesario defenderlo con uñas y dientes, con espadas y murallas, de los enemigos-hermanos del Reino de León.

Hoy podemos contemplar con tristeza cómo todos los esfuerzos, las riquezas, los trabajos y los ahorros reales de muchos siglos se dedicaron a levantar estos enormes y costosos sistemas defensivos. Pero este tema dará mucho de sí para reflexionar a lo largo del recorrido porque toda la frontera es una sucesión de murallas. ¡Y ahora nos extrañamos de los muros que se levantan! Estos muros han sido los antecesores de la Valla de Melilla, del Muro de Mejico, del Muro de Israel, del Muro de Belfast…La historia avanza poco.

Seguimos hasta descubrir el Atlántico y no hace falta explicar porqué Viana do Castelo se llama así. El castillo está retirado del núcleo urbano pero la Iglesia principal está fortificada y almenada como correspondía a los inseguros tiempos medievales. Es una ciudad muy bien cuidada. Ha sido siempre el puerto más importante para la pesca del famoso bacalao de Portugal. Hoy ha perdido población pero ha ganado en interés. Muestra iglesias por todas partes. Los portugueses mantienen hoy sus hábitos y sus devociones religiosas con mayor entrega que nosotros, aunque en España la Iglesia Católica continúe ejerciendo un poder que en Portugal nunca llegó a tener.

El Camping junto al mar donde nos quedamos está lleno de surferos franceses que vienen a disfrutar de estas playas abiertas y salvajes, poco seductoras para los bañistas tranquilos.

Aquí desemboca el río Lima y comenzamos ahora a viajar a su lado. Terminaremos remontando sus aguas hasta que lleguemos a las montañas del Parque Nacional Sierra de Peneda-Gerês. Nos encontramos cruzando Ponte de Lima, otra población atractiva e interesante por su pasado y su presente. Hoy ejerce el papel de punto de interés turístico-cultural para los fines de semana. En un restaurante que hay en el Mercado probamos una de las 365 formas que tienen de hacer el bacalhau y, por supuesto, no defrauda. En el paseo posterior nos topamos con su pasado romano y nos encontramos una legión de efigies de soldados romanos custodiando el puente que un día fue romano y que hoy es medieval. Cada lugar busca recabar la atención de la manera más imaginativa. Los turistas vamos como bobos a hacernos fotos ante cualquier tontería de este tipo. Somos así.

Tomamos dirección norte, de nuevo hacia el río Miño y hacia los pueblos que están en la misma Raya. Vamos caracoleando para andar cerca de La Raya. Los habitantes de esta zona se llaman a sí mismos “Raianos”, porque siempre han estado a caballo entre dos mundos, no muy diferentes pero sí muy separados. Hay tiendas, productos e incluso músicas con ese nombre. Hace mucho calor y, a su paso por el bonito pueblo de Arcos de Valdévez, vemos el río lleno de gente bañándose. ¡Cuánto tiempo hace que ya no podemos contemplar una escena así en España! Ya no tenemos ríos limpios donde poder refrescarnos.

El paisaje es muy verde. La tranquila carretera nos ayuda a disfrutar del viaje por tierras que se parecen a Galicia, pero no tanto. La población está más concentrada y el entorno lo vemos más cuidado. Las aldeas se mantienen más habitadas y transmiten la sensación de que continúan vivas.

Llegamos a Monçao, sobre el Miño, y nos alegramos por su belleza y por este tipo de sorpresas que traen los viajes con los rincones que nunca aparecen en “los 10 lugares más bonitos de…”. Igual nos sucedió con los lugares anteriores. Tan bonitos, tan desconocidos. Monçao fue fundada por el Rey leonés Alfonso III. Luego participó en todo tipo de guerras con el Reino de Castilla, con hechos históricos destacados como la defensa del pueblo que lideró una mujer durante un asedio en las guerras que se extendieron por la Península tras el asesinato de Pedro el Cruel. Portugal siempre se vía obligado a intervenir en las guerras civiles de Castilla porque ambas familias reales estaban emparentadas en cada generación. Siempre hermanos, siempre en guerra.

En Monçao nos llaman la atención sus comercios, su número, variedad y calidad. Ya no encontramos lugares así en el interior de España. Los pueblos castellanos han visto desaparecer su entramado comercial por la política suicida de apoyo a los grandes centros comerciales. La puñalada más evidente en la Vieja Castilla fue la instalación de un Ikea en el centro de una amplia zona que vivía de la industria del mueble. Nuestras cabeceras comarcales se han vaciado de comercios… y de otras cosas. Nos hemos entregado a los grandes centros comerciales que han contribuido a vaciar nuestras calles y ahora nos entregamos a los “comercios amazónicos” que terminarán de dar la estocada a los pocos escaparates que aún entretienen los paseos por nuestras calles.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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