Mas de un millar de personas han asistido este domingo al funeral de Juan Carlos Otero, el joven cortador de Navalmanzano que fallecía este pasado sábado tras ser corneado en el encierro de la localidad vallisoletana de La Parrilla. Con la iglesia parroquial llena, los vecinos de esta localidad han querido rendir ese último homenaje en memoria de este joven cortador, en una cita en la que no han faltado gentes de toda la comarca, donde Juan Carlos Otero, herrero de profesión, era muy conocido.
El comentario mas escuchado «estas cosas pasan», aunque muchos compañeros aún no salen de su asombro por las circunstancias que han rodeado la muerte de Gallo, un cortador con mucha experiencia, que ha encontrado la muerte en un encierro, donde no se corre el mismo riesgo que en un concurso de cortes, «donde los cortadores se la juegan». Sin embargo, muchos utilizan los encierros y las capeas para probarse, o como en el caso de Gallo «por pura afición», porque «si había que encerrar un toro, ahí siempre estaba Juan Carlos», señalaba un recortador.
Esa afición a los festejos taurinos le ha costado la vida Juan Carlos Otero, y en su despedida no faltaron sus amigos y gentes del toro de muchos pueblos de la comarca «rotos por el dolor». Los mismos que una vez terminada la misa, llevaron el féretro en hombros hasta el cementerio de la localidad como último acto de homenaje al amigo. Aunque si hablamos de homenaje, Juan Carlos Otero «Gallo» se merece un homenaje aún mas grande, y como amante del toro ese homenaje debería tener como escenario una plaza de toros.
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