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Islandia: La Sinfonía del agua

Es una isla diferente de lo conocido anteriormente. A todos nos deja seducidos, pero utiliza diferentes artimañas para cada visitante. Es el mayor ejemplo actual de que la Tierra está viva y continúa formándose. Aquí en Pingvellir se puede visitar la gran grieta que desde hace millones de años va separando América de Europa. Podemos ver la tierra “rasgándose” como un lienzo estirado. Los amantes de los volcanes pueden encontrar desde los más dormidos al más activo, con todas sus manifestaciones en olores y colores. Hay zonas de geíseres, lagos ardientes, glaciares, montañas de colores… La Naturaleza ofrece toda su variedad como en un gran supermercado de la Geología. Los aficionados al trecking o a la bici de montaña tienen un paraíso en todo el interior volcánico de la isla. Los seguidores de las auroras boreales, o del sol de medianoche, acuden a Islandia como al gran templo donde la Luz se manifiesta. Todo eso y más atesora este país, un poco mayor que Castilla y León y con solo unos 300.000 habitantes.

Islandia

De todas sus maravillas fue la” Sinfonia del agua” lo que más nos cautivó a los amigos que hicimos el recorrido circular de la isla. El agua en todas sus formas y colores. Congelada en glaciares, fría en los ríos del deshielo, preciosa en los cientos de cascadas, caliente en los lagos termales o hirviendo en las zonas volcánicas. A veces era de un azul glacial, otras veces limpia y transparente, verde en los lagos, azul misteriosa en el mar oscuro y negra en los témpanos manchados por el reciente volcán de Eyjafjallajökull, que había espantado a los turistas asustadizos.

Islandia parece una gran tarta que va dejando caer sus líquidos y bellezas desde el centro de la meseta hacia el mar. La carretera discurre junto a la costa. El agua se descuelga desde la meseta y las cascadas se suceden con una variedad y belleza increíble. Todo un desafío para los fotógrafos. En esta gran Sinfonía, el agua tiene tiempos de adagio, tiempos de allegro y otros de auténtico vivace… La melodía se ofrece constantemente. No cesa el rumor del agua, ni de día, ni de noche. Siempre se oye un río, una cascada o el mar a lo lejos…

Islandia-geyser

Empezamos el recorrido por el espectacular Geysir, que dio nombre a todos los géiseres. Fue la primera postal de una tierra extraña y bella. En el paseo por la grieta de Pingvellir nos dejamos impresionar por la cascada de Oxararfoss que es “una más” en la geografía de Islandia, pero a nosotros nos dejó con la boca abierta. Esta zona se conoce como el Triángulo de Oro, junto con la más grandiosa, Gullffoss, la cascada de oro, que en época de deshielo tiene el caudal de un gran río tropical y… realmente impresiona. Hay otras cascadas más finas y elegantes que se descuelgan desde más de cien metros, dejándose mecer por el viento. En alguna de ellas, como Seljalandsfoss, se puede pasear por el interior. Otras, como Hundafoss, solo se pueden ver desde lejos. Unas tienen un fondo verde precioso, como Skogafoss, la más fotogénica para los calendarios y otras como Svartifoss se deslizan sobre columnas de basalto negro, dando un toque misterioso a la Sinfonía del agua.

Islandia-cascada

A veces hay que andar un rato para llegar a descubrir “un solo de agua y violín”, pero otras veces solo hay que detener el coche en la carretera para contemplar un conjunto de violines en caídas de agua desde lo alto de la gran tarta de Islandia.

Todas tienen leyendas y forman parte de las sagas islandesas. Godafoss, la cascada de los dioses, es la más historiada. Recibió el nombre porque allí el jefe-juez islandés en el año 1000, al hacerse cristiano su pueblo, lanzó al agua los iconos de los antiguos dioses. Allí parece que continúan rugiendo y llorando por su desgracia. Un poco más al norte está la impresionante Dettifoss con sus aguas casi negras, considerada la más caudalosa de Europa con sus 100 metros de ancha y 45 de caída. Ahí sentí auténtico vértigo solo por ver cómo la gente se acercaba hasta el mismo borde del abismo.

 

Islandia-playa negraLa Sinfonía del agua continúa por las hermosas playas negras, por los glaciares (algunos transitables)) y por el gran lago glacial de Jokulsarlon. Navegamos por él, allí donde se funde el glaciar, un poco asustados, rodeados de icebergs en medio de una espesa niebla. Dejamos agotadas todas las tarjetas de las cámaras.

Para unos castellanos, que llegan en agosto desde los páramos resecos, Islandia parece la puerta del Paraíso. Hay agua por todas partes, mil tonos de verdes, un frescor primaveral y toda una naturaleza que siempre nos invita a sentir que somos los primeros en descubrirla. En algunas zonas del oeste pasamos varias horas sin cruzarnos con nadie, solo caballos y ovejas. Sabíamos que luego los dioses islandeses en algún pequeño pueblo, nos prepararían una piscina de aguas termales. El sol también se quedaba a cenar con nosotros y solo a las doce se ocultaba un poco para aparecer un rato después. Casi era demasiada belleza para unos castellanos de pueblo.

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Autor: Jesús Eloy García Polo

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