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¿Programación cultural?

Árbol navideño de la plaza Mayor.

Árbol navideño de la plaza Mayor.

Artículo de opinión de Jesús Eloy García Polo

“Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”, dicen que dijo el siniestro general Millán Astray. Parece que nuestro Ayuntamiento cuando oye la palabra cultura echa mano a la cruz. Esta es la impresión que he tenido después de ojear y hojear un poco la programación cultural navideña. Entre vigilias, eucaristías, misas y bendiciones…suman más de una decena de actividades. Luego hay que añadir los volteos de campanas, las inauguraciones de belenes… y después ya podemos empezar con algo de cultura. Gracias a Dios, claro.

Convendría ir separando un poco y distinguir claramente lo que es cultura de lo que es religión, que no son contrarias, ni opuestas, pero tampoco son lo mismo. Puedo entender que los belenes formen parte de nuestra cultura cristiana occidental en sentido amplio, porque es el modo de dar forma a las creencias que impregnan una buena parte de la sociedad. Pero creo que está fuera de toda justificación la presencia de los actos religiosos en la programación de un Ayuntamiento democrático. Si nos empeñamos en mantener la presencia constante de la religión, sus formas, cultos y rituales en la vida cotidiana, ocupando tiempos y espacios que pertenecen a todos… entonces desgraciadamente podremos entender mejor a todos los radicales del Islam. Ellos no distinguen entre vida social y religión. Todo es lo mismo, todo debe estar impregnado por la presencia religiosa. Así ocurría también en nuestra sociedad en la Edad Media, pero algo hemos avanzado.

Desde la Revolución Francesa nosotros tratamos de separarlo poco a poco y… trabajo nos está costando, sobre todo aquí abajo al sur de los Pirineos. Los años de la Dictadura nos hicieron retroceder en esa separación, porque el Nacinalcatolicismo selló la alianza entre el régimen franquista y la Iglesia Católica. Se apoyaron y se fortalecieron mutuamente. Ahora queremos que toda esa connivencia solo sea historia. Para la buena convivencia de todos, necesitamos que no haya políticos bajo palio, que no haya alcaldes participando como alcaldes en las procesiones, que no se mezclen los actos religiosos con los culturales. Solo queremos “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (que ya es bastante).

Autor: Opinion

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