web analytics

Roma (1): Sorpresas en el Trastevere

  • Antiguedad, barroco y renacimiento en una sola fachada.

Cada vez me cuesta más visitar una gran ciudad. Será porque cada vez las ciudades me sorprenden menos. No porque yo busque deslumbrantes maravillas, sino porque cada vez se parecen más todas las ciudades europeas. Las mismas tiendas, las mismas comidas, los mismos hoteles, las calles iguales, también las gentes… y los monumentos, igual que en Internet. Pero, aún así, para mí Roma mantenía un atractivo especial ¿por qué?

He llegado al Trastevere, el barrio “tras el Tiber”, el barrio más pintoresco de la ciudad, y aquí he pasado todo el día. Me ha sorprendido, que es lo mejor que puede ocurrir. Me recordaba al Barrio Gótico de Barcelona, pero ocupado con gente y vecinos de verdad, no solo con turistas y tiendas para turistas. Es un barrio normal, un poco caótico, desastrado, con ropa tendida en las ventanas, decadente, a veces decrépito, pero lleno de vida. Cada rincón trasmite toda la historia que ha pasado por aquí, desde los etruscos, hasta las predicaciones de Juan Pablo II.

Paseando por Roma.

Paseando por Roma.

Casi nada está como debería estar, arreglado, restaurado, limpio, mostrado con decoro… Hay tanto arte a conservar y mantener que es imposible que Roma sea una ciudad normal. Pero hace tiempo que no visito una ciudad “normal”. Recuerdo ahora las preciosas ciudades centroeuropeas que en algún momento he conocido, tan bonitas, tan arregladas, tan mimadas…Praga, Budapest, Cracovia, Riga, Tallin… otras belgas o alemanas que conozco solo por imágenes.

Son una maravilla, pero su restauración las ha dejado a todas iguales, son una pastelada para las fotos de los turistas. Han perdido su personalidad, el encanto que las hace únicasl. Todo ese encanto se mantiene en estos barrios de Roma. Es inconfundible. Esto es Roma, una ciudad mediterránea.

A veces he cruzado el río en mis paseos y veo que continúa esta intensa atmósfera donde huele a Augusto, a Cesar Borgia, a barroco y a pan recién horneado. En la fachada de una boutique aparecen unas columnas romanas, músicos rumanos tocan sus melodías balcánicas para unos militares que abrazan su metralleta, curas y monjas pasan con determinación y miradas serias, la gente vive en preciosas casas medievales restauradas que se edificaron sobre el segundo piso del Teatro romano de Marcelo… veo más palacios, renacentistas, más iglesias barrocas y sobre todo más gente que se adivina bastante feliz. Es primavera y sobre Roma vuela un aroma de jazmín.

A media tarde he tenido un encuentro “histórico” y cargado de verdadera emoción. He quedado con José, un amigo cubano con el que coincidí siendo estudiantes en Salamanca. José vivía en Estados Unidos y allí lo visité un verano. Luego el tiempo pasó, perdimos contacto y el Facebook se ha encargado de traernos algún milagro. Después de 35 años nos hemos encontrado al lado del Tiber. José es pintor y vive en Roma, en el Trastevere. Me ha guiado por estos rincones y me ha descubierto muchas historias de estas piedras, al tiempo que paseábamos en busca del tiempo perdido. Así estas calles también tienen otro sabor para mí.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

Trackbacks/Pingbacks

  1. Viaje sin Reserva: Roma (1) | Acueducto2 - […] Seguir leyendo […]

Comenta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.