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Un juglar por el Camino (2)

  • Castrillo de Polvazares

¿Qué le digo yo a mi hijo?

“La humanidad se ha quedado huérfana en relación con la Naturaleza y está destruyéndola consciente y deliberadamente, sin ninguna noción del valor que posee. La humanidad que alguna vez fue la corona de la creación ha quedado reducida a una masa errante, desalmada…es una sociedad llena de tedio y sensacionalismo, a causa de la falta de sentido que cultiva.” (Rob Riemen en El arte de ser humanos)

Sigo con mi camino, con la misión que me encomendó aquel ángel de invierno. Voy sin orden por lugares del Camino de Santiago. Empiezo por la zona de Navarra y La Rioja. Mi primer Concierto fue en el salón-cocina-comedor del Albergue de Viana, al lado de Logroño. Me preparé bien algunas introducciones para los temas, mi predicación subliminal. Cuando estaba charlando con la gente allí sentada…me di cuenta de que todos eran extranjeros y ninguno hablaba español. Con algunos nervios fui haciendo en inglés la presentación de los temas junto con parte de la traducción para que pudieran entender un poco el sentido. Me costó bastante porque mi inglés es “conversacional” y traducir versos con vocabulario específico es un nivel alto para mí. Sin embargo creo que entendían bien los temas y su atención era inmejorable. Hay que pensar que todos ellos venían de hacer una etapa andando más de 20 kilómetros, con calor y algunas subidas. Se habían duchado, reposado, repuesto fuerzas… y ahora estaban con una cerveza y con un señor que les ponía música a su merecido relax …

Al final se quedaron allí una buena parte cantando y pidiendo algunas canciones de aquí y de allá que todos podíamos cantar, desde Bella Ciao a Le Métèque. En los albergues se acuestan muy pronto porque siempre se madruga. A las nueve ya estábamos recogidos. Guardo muy buenos recuerdos de este primer día.

Grande fue la sorpresa al día siguiente, en el patio del Albergue de Logroño, cuando estaba preparando el sonido y me encontré con Costas y otro amigo griego que habían estado la noche anterior en Viana. Allí estaban como fieles seguidores pidiendo su tema favorito “Camina”, escrito precisamente pensando en el Camino de Santiago. 

Cada día me extiendo un poco en la presentación de algún tema. Detrás de todos los comentarios siempre subyace el interrogante ¿qué mundo estamos dejando a nuestros hijos?. Procuramos no pensarlo porque nos avergonzaríamos y nos encontraríamos en un sinfín de contradicciones. Somos la generación que más recursos está gastando, malgastando y derrochando. A pesar de todos los discursos ecologistas y de las medidas para una economía verde, cada año marcamos un nuevo récord de consumo de combustibles fósiles. 

Vivimos, disfrutamos, consumimos, derrochamos…la vida son dos días,¿acaso no tenemos derecho?. Este tipo de razonamientos que circulan en todos los medios nos tranquilizan y justifican nuestra pasividad ante el desastre que ya ha comenzado.

Seguimos el mandato bíblico de “dominar la Tierra”, como si nuestro planeta fuera una despensa o una fuente de recursos sin límites. La Tierra es nuestra madre, aquí estamos como acogidos y refugiados. Todo lo que hacemos, lo que gastamos, lo que excavamos, quemamos, transformamos, lo que escondemos y enterramos…todo tiene consecuencias.  La naturaleza no es mercancía, es nuestra madre. Ahora somos más conscientes que nunca. Nos reunimos en  Cumbres, Congresos, redactamos Declaraciones, Memorandums, Recomendaciones, incluso Leyes que tratan de hacer frente al llamado Cambio Climático que Antonio Gutiérrez, Secretario General de las Naciones Unidas ha definido ya como “la ebullición global”, convirtiéndose en un predicador cuando nos advierte de que “la humanidad ha abierto las puertas del infierno¨. Pero la inacción es global. Los gobiernos apenas toman medidas efectivas. Los científicos urgen a tomar medidas drásticas en la industria, el transporte, la energía, el turismo, el consumo…entramos en territorio desconocido, nos dicen los climatólogos.¿Qué ocurre? ¿Por qué apenas nadie da el paso a nuevas normativas y leyes que hagan posible el futuro de nuestros hijos?¿Dónde están esos políticos valientes?

Entre nosotros está la respuesta. Tenemos ejemplos muy claros. Los políticos que han empezado a tomar medidas para hacer ciudades más limpias, más habitables, más verdes …han sido despedidos. Ahí estuvo el ¨primer ejemplo de Manuela Carmena en Madrid y recientemente el de Ada Colau en Barcelona. Más cercano es el ejemplo de Valladolid, donde el nuevo Ayuntamiento se plantea como primera medida revertir los carriles-bici. Es triste, pero hay muchos más. En las pasadas Elecciones Generales ninguno de los grandes partidos se atrevió a mencionar cualquier tipo de medida contra el cambio climático que pudiera afectar a la cómoda vida de sus votantes. Todos nos declaramos ecologistas, apoyamos medidas de lavado verde de cara, reciclamos…pero cuando nos exigen cambiar vida y costumbres, nos tocan el bolso o quieren acabar con nuestro modo de consumir se nos cambia la cara y comenzamos a buscar vergonzosas razones para justificar la inercia. Las nuevas herramientas de redes y medios “informativos” son de gran ayuda para esa inercia. Alguien las ha llamado “armas de distracción masiva”. Y funcionan muy bien. Decía Simone Weil que no hay arma más eficaz que la atención. Y bien lo saben los Zuckerberg, Musk y compañía.

Mientras vemos la destrucción del hábitat que nos acoge, vemos incendios, inundaciones, migraciones sin límite, sequías, récords de temperaturas… nosotros seguimos preocupados por los trending topics que nos marcan las redes, el cuchicheo global y las tonterías que a todos nos tienen entretenidos y, por supuesto, distraídos. Por su parte los políticos en lugar de afrontar estos graves problemas se entretienen con problemas metafísicos sobre la identidad nacional, la letra de la Constitución, el sueldo de los alcaldes o las comisiones en el fútbol. La casa se nos está quemando y seguimos discutiendo en el balcón sobre la caca de los perros.

La pregunta es ¿quiénes están tan interesados en que los medios de distracción masiva cumplan su función tan eficientemente?

Siguiendo con mi camino, mi pregunta es ¿Qué le digo yo a mi hijo cuando pregunte por el mar, por el bosque, el río, el aire y un cielo para soñar?

Autor: Jesús Eloy García Polo

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