Todo el norte de León en otoño está vestido de colores. Robles, hayas, castaños abedules…van formando manchas más o menos extensas, cada una con un colorido diferente. Ahora los bosques más turísticos son los hayedos y, entre ellos, el más conocido es El Faedo. Lo encontramos en el pueblo de Ciñera, al lado de la carretera que nos lleva al Puerto de Pajares. Antes de llegar allí se ven hayedos por todas partes. En general las hayas ocupan el lado de la umbría, mientras por la ladera más soleada se extienden los robles y otras especies.
Bosque mágico de El Faedo.
Si hay tantos grandes hayedos por todas partes ¿por qué es tan conocido el pequeño bosque de El Faedo?. Está dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga y consiguió el premio de Bosque mejor conservado de España en 2008. El recorrido acondicionado es muy pequeño, apenas 400 metros, en el fondo del valle junto a un arroyo. En medio nos encontramos con Fagus, un haya de más de 500 años, que nos cuenta la leyenda de Haeda, la bruja buena que enseñó a utilizar el carbón. Sin embargo, la mayor parte de las hayas trepan por una ladera casi prohibitiva para las huestes de turistas urbanitas que lo atacan cada fin de semana. Es la medida justa para un turista moderno. En un paseo sin esfuerzo se ven las famosas hayas, se entra en contacto con la naturaleza, se hace senderismo ecológico, se respeta el medio ambiente, se estrenan las últimas adquisiciones del Decatlon… ¿se puede pedir más a este paseo de media hora?. Por eso es tan famoso El Faedo. Al lado de este bosque había otros bosques mucho mayores, con hayas más viejas… pero nos hemos conformado con preservar este rincón, llamarlo Reserva de la Biosfera… y justificar así la destrucción de miles de hectáreas alrededor. ¡Somos ecologistas y preservamos el medio ambiente!
Imágenes de el hayedo.
Los comentarios de estos turistas en las redes hablan de bosque mágico, encantado, de hadas…Sin embargo, como este hayedo hay bastantes otros, con hayas tan viejas o más… pero que no han tenido la suerte de que alguien se preocupe por ellos, los cuide, los mime, los haga visitables, organice una Asociación y les prepare página web. Mi amigo Ángel, que vive en el pueblo de al lado, nos acompaña en el recorrido y nos comenta que si El Faedo sigue ahí es porque debajo no hay carbón, nada más; que el ecologismo aquí queda muy bien en las camisetas, pero la realidad es negra como el carbón. Luego hicimos alguna ruta por las montañas cercanas y desde lo alto vimos EL Faedo como un reducto colorido y privilegiado en medio de los desastres de las explotaciones a cielo abierto. Cuando vemos esas inmensidades, peladas y negras, es triste imaginar que estaban pobladas de hayas y robles por los que nadie levantó una mano ecológica. Así ocurre por toda esta zona minera al igual que en El Bierzo.
Montañas peladas por las explotaciones mineras a cielo abierto.
La zona como productora de carbón está acabada. Ahora el ciclo es siempre el mismo: cierres, protestas, escaramuzas, presiones, subvenciones, trabajo por un tiempo, luego un Ere…y vuelta a empezar. Las minas explotadas así, a cielo abierto, son un desastre ecológico y sólo son rentables para los empresarios que se embolsan la mayor parte de las subvenciones. Se llevan el dinero y dejan la naturaleza hecha una mierda. Tampoco los sueldos de los mineros son lo que eran. Cuando termina el ciclo queda una inmensa herida negra en la montaña, cientos de hectáreas de bosque arrasadas por las que nadie llora y una empresa con las arcas llenas. Pero ¿qué político se atreve a echar el cierre definitivo? Hay algunos pueblos, como La Vid o Santa Lucía, que parecen pueblos fantasma. La historia está escrita en las calles y casas renegridas, vacías, las escuelas abandonadas, inmensos edificios desmantelados que hablan de un pasado mejor, con miles de habitantes. Pero la historia de los pueblos mineros parece que siempre se escribe así.
Pozo y mina a cielo abierto.
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