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Camboya: Vidas flotantes

Otra vez hemos llegado a una ciudad por donde no pisa ningún turista. La verdad es que es bastante sosa y aburrida. Solo es el punto de partida para acercarnos a unos poblados flotantes sobre el lago Tonlé Sap. Ahora está comenzando la estación de las lluvias y el lago está en su mínima extensión. En unos meses crecerá y llegará a ocupar hasta la décima parte de la superficie del país. A lo largo de sus riberas se han ido construyendo con madera cientos de casas flotantes de vietnamitas que se han instalado en el país. El gobierno no les permitía adquirir terrenos y optaron, como otros pueblos en lugares diferentes, por construir sus viviendas sobre el agua.

En dos botes hemos ido recorriendo estos poblados, sembrados a lo largo del río, pero que parecen perfectamente organizados. Hay calles, barrios con aspecto muy deteriorado, otros con casas muy cuidadas, bien pintadas, con plantas y de aspecto hasta romántico. Hemos visitado la escuela cuando los niños estaban a punto de salir. Es una casa más. Muy pequeña para el gran número de alumnos. Había dos pizarras y eso eran todos sus medios educativos. Cuando los niños han salido se han subido a diferentes botes que ellos mismos llevaban y se han repartido por sus casas, como si se tratara de un auténtico barco-bus escolar. Es una triste imagen de despreocupación y abandono hacia la educación.

En el recorrido hemos visto tiendas flotantes de abastecimientos diversos, talleres mecánicos y hasta algún rincón donde vendían cervezas. Es una vida completa levantada sobre el agua. Las casas están sujetas con cuerdas a unos puntos de anclaje. Cuando las aguas suben, aflojan las cuerdas y las viviendas suben con ellas, pero ancladas en el mismo lugar. El lago vierte sus aguas en el río del mismo nombre, que es un afluente del Mekong. El Tonle Sap tiene una característica única en el mundo. En la estación seca fluye hacia el Mekong. Pero en la estación de las lluvias el Mekong crece tanto que inunda la depresión por donde circula el Tonle Sap y hace que este río invierta su sentido, extendiendo el lago de los 2.500 kilómetros cuadrados que tiene ahora, hasta los 16.000. Maravillas de la naturaleza.

Es todo un sistema hídrico complejo y muy rico en pescado, que los naturales aprovechan en todo tiempo. Las conductoras de nuestros botes han hecho una parada en su propia casa. Al igual que nos ha ocurrido en otras aldeas, la gente quería hacerse fotos y selfies con nosotros. Hemos pasado a ser los objetos de interés fotográfico. Tan raro es ver turistas por aquí… Nos han mostrado y han compartido con nosotros cada metro de su casa. Como la mayoría de estas construcciones, tienen bajo la casa una verdadera piscifactoría. El trabajo de los habitantes consiste en preparar de forma casera un pienso, a base de pequeños pescados triturados, amasado y preparado para echarlo por una abertura que hay en el centro de piso de la casa. Luego llegará el tiempo de la pesca.

Vamos pasando por calles y casas. Todas están abiertas y vemos la vida pasar: trabajan, preparan la comida, descansan en las hamacas, a tienden a los niños…Es un gran pueblo de puertas abiertas. Se ve un movimiento constante. Todos nos saludan y nadie se molesta por una foto, más bien la esperan con total confianza, sintiéndose el centro de atención de unas personas raras, muy ricas, muy importantes y que vienen desde muy lejos.

Vemos botes con niños que están pescando, lanzando redes circulares con una pericia increíble. Son las doce de la mañana y ya han terminado la escuela. En las aldeas de tierra adentro también vemos niños trabajando en distintas tareas. Solo tienen cuatro horas de escuela. El resto del tiempo lo dedican a trabajar o a vender cosas varias. Los padres y las autoridades no comprenden que el trabajo infantil garantiza un futuro de pobreza y subdesarrollo para el país. Hasta Evo Morales, tan progresista, tardó bastante tiempo en comprenderlo. Los niños deben estar formándose o jugando, para preparar un futuro distinto de la pobreza actual de sus padres. El trabajo infantil hunde el futuro de un país.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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