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Nómadas por Australia (6): Los oasis del desierto

Los oasis del desierto

Seguimos recorriendo esta cordillera de los Macdonnell que con sus más de 400 kilómetros parte en dos el Centro Rojo y esconde los más bellos secretos naturales de esta zona de Australia. Todo el mundo habla de la Roca, de Ulurú, como el emblema turístico del centro de Australia, pero el recorrido se enriquece con los preciosos rincones de estas montañas que no suelen aparecer en los folletos turísticos al uso. Cada una de estas gargantas con su agua fresca, congelada más bien, es un oasis en estos desiertos australianos. No se ve agua por ninguna parte, salvo en estos espacios privilegiados que mantienen durante todo el año el agua de la escasa estación lluviosa. En estos desiertos la caída de agua al cabo de un año apenas supera los doscientos litros por metro cuadrado. Nuestra Castilla, para comparar está en los 450 litros, que tampoco es para tirar cohetes. Vivimos en zonas prácticamente sibdesérticas. Y vamos a menos.

Desde el fondo de estas gargantas es fácil imaginarse lo que representarían estos reductos de agua para los aborígenes. Vivían una vida seminómada, desplazándose por un amplio territorio en función de los recursos de cada estación. Los puntos con agua serían el centro de esos recorridos y lugares de encuentro con otros clanes para celebrar rituales y revivir los mitos del Dreamtime. En una naturaleza considerada como un espacio sagrado los espacios con agua serían la mayor manifestación de bondad de la naturaleza para con los hombres. 

En torno a Alice Springs hay diferentes centros de cultura aborigen para dar a conocer un poco de ese mundo tan lejos del nuestro. Hay exposiciones de pintura aborigen, tan extraña y tan seductora. Hoy se vende muy bien entre los extranjeros. Hay centros que funcionan como museos, espacios culturales, centros artísticos y otras manifestaciones para hacer presente su mundo de la Edad de Piedra en el siglo XXI.

Hoy simplemente apenas podemos imaginar esta naturaleza sagrada, estos rincones de vida en medio del desierto mientras se han convertido en espacio para el relax y el disfrute, incluso para el baño en pleno invierno, aún cuando el agua no debe estar más allá de los 15 grados. Tocamos el agua y es increíble contemplar a unas señoras disfrutando de las gélidas aguas.

Nosotros continuamos conduciendo por la carretera de Larapinta y continúan apareciendo diferentes indicaciones hacia cada uno de estos lugares recónditos que esconden el agua como un tesoro de siglos. Nos encontramos con la Garganta de Serpentine, luego con Ellery Creek… Cada uno tiene un encanto particular, aunque en los vídeos sean muy parecidos, debido a su emplazamiento entre las montañas. Apreciamos cada uno como un remanso de paz y de verde después de tantos kilómetros de paisajes tan áridos. En Ellery Creek suelto el dron por los aires pero se asusta ante un gran eucalipto y decide que no vuela más, aunque mantiene su integridad y sus constantes vitales. Una buena gente me ayudó a buscarlo porque consiguió aterrizar por su cuenta en medio de la nada. Azares de la tecnología.

Llegamos  hasta Stanley Chasm, un lugar algo diferente. Es una estrecha garganta seca que levanta sus paredes rojas formadas de áspera cuarcita hasta un cielo azul inalcanzable. Se ve que los desprendimientos de rocas son frecuentes y que no conviene entretenerse mucho. Las medidas de seguridad se reducen a unos simples avisos. Se encuentra dentro de un espacio administrado por los aborígenes que son los que cobran el precio de entrada y atienden un bar bien surtido de bebidas (refrescos), bolsas de patatas fritas y hamburguesas. ¿Para qué más?

El lugar produce una impresión de incertidumbre casi cósmica, porque se atisba que todo puede caerse, desprenderse o moverse en cualquier momento. La Tierra se sigue moviendo, está activa y continúa sorprendiéndonos o atormentándonos cada día. 

La cadena de los Montes Macdonnell se formó hace 340 millones de años cuando dos placas tectónicas colisionaron levantando varios miles de metros estas rugosas montañas. Los geólogos nos dicen que pudieron llegar a la altura actual del Everest. El tiempo y la erosión las han desgastado hasta tallar las bellas formas y perfiles que hoy podemos contemplar. Son famosos por sus cuarcitas rojas pero también están conformadas por granitos, calizas, areniscas y pizarras. Toda la historia geológica del continente se encuentra condensada en unos cuantos kilómetros.

A lo largo de los Macdonell se extiende la “Larapinta Trail”, una espectacular ruta de senderismo, situada entre las 20 más bellas del mundo. Se alarga por 240 kilómetros de subidas y bajadas, de laderas, gargantas, manantiales y espectaculares vistas. Está dividida en 12 etapas, solo para valientes. Siempre hay puntos de agua en el recorrido, lugares para acampar bajo las estrellas y, por supuesto, barbacoas. Nos encontramos en Stanley Chasm con dos señoras de una edad… que estaban finalizando una de las etapas. Se las veía cansadas pero felices. Hacer senderismo por estos parajes tiene un valor añadido por los desafíos y los riesgos que entraña caminar por zonas desérticas, lejos de todo.

Estamos acercándonos ya a Alice Springs de nuevo. Nos desviamos a la última garganta de estas montañas. Para otros es la primera del recorrido. Simpson Gap es un amplio espacio, bien preparado para pic-nics  y otras aventuras, propias de los ciudadanos de la cercana Alice Springs, recorridos en bici o actividades para niños. Vemos familias enteras que disfrutan de estos parajes. Los niños brincan, suben y escalan por las rocas en actividades muy temerarias para unos buenos padres de los nuestros. Pero aquí nadie grita, ni regaña cuando los niños se encaraman por las alturas. Más bien los miran y los animan con cuidadosa mirada. Es otra forma de entender la educación. Este es uno de los muchos detalles que nos llama la atención por su desacuerdo con nuestra cultura del “cuidado”, “no te subas”, “estate quieto”.

Nos despedimos del Centro Rojo. Siempre nos quedará un recuerdo imborrable. Hemos vivido de todo. También hay que contar que no todo va bien en un viaje. Estamos sometidos a la dictadura de la felicidad Facebook. Allí todo el mundo muestra sus fotos en plena felicidad con novias, amigos, hijos…Todos se quieren mucho. En el Facebook se ve a todo el mundo feliz. Apenas nadie cuenta nada interesante, pero todos sonríen en una carrera por conseguir likes y muestras de sana envidia.  

Han sido unos días muy agradables, muy sorprendentes, pero muy duros. No podemos contar todas nuestras penas…pero nos hemos congelado, hemos estado incomunicados en tierra de nadie, nos hemos acostado a las nueve, nos han robado, hemos perdido cosas y casi hasta el buen ánimo. Pero por encima de todo afloran las vivencias tan fuertes de estos días en medio de un paisaje tan extraño, salvaje, hostil y acogedor al mismo tiempo.

En nuestro primer plan de viaje queríamos conducir con la furgoneta desde aquí, atravesando toda Australia, hasta llegar a Cairns en el nordeste, frente a la Barrera de Coral. ¡Solo son 2.500 kilómetros! Yo quería experimentar las sensaciones de conducir durante días por estas carreteras del Outback, sin nadie y sin nada. No ha podido ser. Ya hemos tenido una buena ración de Outback. Unos dos mil kilómetros en torno al Centro Rojo.  Y por otra parte ese viaje nos habría llevado cinco días que hubiéramos tenido que restar de otros lugares…Nos conformamos. No sin cierta resignación tomamos el avión a Cairns.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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