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Armenia: Tierra de montañas y monasterios

La capital de Armenia, Yerevan, no es en realidad una ciudad bonita, más bien invita a salir corriendo y descubrir la belleza que atesora este país por cada uno de sus otros rincones.

Hemos tomado la carretera hacia el norte. Enseguida aparece algún monasterio que constituyen el atractivo dominante en Armenia, tanto en las informaciones turísticas, como en la realidad. Son algo más que un monasterio, son auténticos complejos eclesiásticos formados por varios templos y edificios complementarios. La mayor parte proceden de los siglos XII y XIII, una edad de oro para la Armenia medieval, en política y en religión. Vivieron y edificaron el románico a su manera. Hoy queda una pequeña parte de toda aquella gloria. Han pasado por aquí persas y árabes, pero sobre todo ha pasado el régimen de la Unión Soviética que dejó bastante arrasado el patrimonio de un pueblo que llevaba la religión en su ADN. Visitamos dos monasterios que son Patrimonio de la Humanidad. La mayor parte de los visitantes son armenios, lo que dice mucho de la estima que sienten por su historia.

Pero hoy ha sido un día muy variado y no me voy a quedar encerrado en las oscuras y tenebrosas iglesias. Hoy ha sido un día de mirada general a un país que está despertando y que mueve todos los hilos posibles para sumarse a la vida de Occidente, después que se lo han negado durante muchas décadas.

Hemos andado por las carreteras viendo los atractivos del país. Hemos visitado una estación de esquí, utilizando los remontes para tener una buena perspectiva de estas montañas maravillosas. El lago Sevan, con sus 80 kilómetros de largo ocupa todo el centro del país y da un carácter totalmente alpino a los paisajes. Hemos probado truchas que saben a truchas y tomates que saben a tomates. Hemos visitado una bodega con la cata correspondiente de blancos y tintos, como un rito iniciático en el lugar donde dicen que se elaboró el primer vino. Hemos brindado a la salud de Noé que nos enseñó a disfrutar de la vida. Hemos hecho una comida de paso, sin mayores méritos, con el típico pan lavash. Son ligeras bases de masa cocidas cuando se pegan en las paredes del horno. Continúa haciéndose así en todo Oriente Próximo y también puede ser el primer pan que probó la humanidad. Pero sobre todo hemos vivido el primer día en un país atractivo que está realizando los esfuerzos posibles para abrirse al turismo. Hemos visto rusos y japoneses…pero no hemos visto a nadie más de Segovia por aquí, a pesar de que los paisanos y los pastores tienen un perfil como si fueran oriundos de El Carracillo.

Sigo pensando que esta gente es muy parecida a nosotros. Son ruidosos, expresivos, fuman y conducen igual que los españoles en los años ochenta, como si no hubiera un mañana. Afortunadamente en sus calles hay todavía más niños que perros. Ésa debe ser la única diferencia. En fin, tras el contacto de este primer día, vemos que este país promete…que hay muchas historias por descubrir y muchas cosas de las que sorprenderse, una vez que vayamos dejando atrás todos los prejuicios con los que siempre viajamos.

Viajamos para ver mundo, pero también para vernos reflejados en los otros, para valorar lo que otros tienen y revalorizar lo que nosotros tenemos y no habíamos apreciado.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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2 Comentarios

  1. Magnífico documento Jesús y Ermitas. Disfrutadlo. Envidia sana dais. Un beso y abrazos. Fernando y Begoña

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  2. Extraordinario reportaje. Dan ganas de visitarlo.

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