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Camboya: «El poder del arroz»

Continuamos inmersos en el ambiente de Angkor. Un buen menú de templos para el día de hoy. Casi no importan los nombres, tan raros para nosotros. Uno estaba en el centro de lo que fue un gran embalse. Otro dicen que fue construido por mujeres. Algunos están sin terminar, bien porque murió el rey responsable o porque les cayó un rayo de mal agüero. Hay alguno que destaca por sus relieves y otro porque está siendo devorado por la diosa Naturaleza. Se construyeron más de cien templos en una zona tan extensa como media provincia de Segovia.

Levantar un templo no sólo supone fervor religioso. Supone tecnología, organización social, riqueza económica, estabilidad política y control social. Es el mismo esquema funcional que se necesitaba para construir una catedral gótica. El florecimiento del Imperio Jemer estaba basado en el control del agua y la producción de ricas cosechas de arroz, dos veces al año. Los excedentes de arroz permitían mantener un poderoso ejército, grandes cuadrillas de constructores de templos, comerciantes, sacerdotes, músicos, bailarinas y otras profesiones cultas. Una casta sacerdotal controlaba toda la producción. Así también controlaba la sociedad y mantenía al rey en lo más alto de la pirámide social, como presencia del dios en la tierra.

La construcción de templos y sus ceremonias mantenía unida a la sociedad. Con este mismo esquema también se levantó unagran civilización en Egipto con el trigo, en el Imperio Inca con el maíz, en el de los Mayas… En un clima monzónico, con seis meses de estación seca, fueron las obras de ingeniería hidraúlica las que determinaron el éxito de Angkor. Construyeron enormes embalses que almacenaban el agua en la estación de las lluvias. De esta forma podían recoger dos O más cosechas anuales. Una inmensa red de canales procuraba la distribución del agua por todo el territorio. Las aldeas, con sus cultivos, se repartían por todas estas llanuras que hoy vemos ocupadas por la selva. Cada templo controlaba un gran número de aldeas, según las inscripciones que van apareciendo.

Por ejemplo, el selvático templo de Ta Prohm, disponía de dieciocho altos sacerdotes, dos mil empleados, quinientas bailarinas y se calcula que más de doce mil campesinos dependientes de él. Las riquezas acumuladas llegaban a quinientas piedras preciosas, cuatro mil perlas y quinientos kilos de oro. Todo aparece detallado en las inscripciones de las piedras. Como ocurría en Egipto, el poder de los sacerdotes sería inmenso. Las maravillosas construcciones de la historia están realizadas sobre las espaldas de grandes masas de población muy controlada y explotada. Ningún imperio es gratuito; ninguna gran obra está basada en la distribución de la riqueza. Esta es la paradoja de la historia. Quizás la Sagrada Familia de Barcelona sea el último gran templo en construirse y quizás sea la única gran obra que se levanta con pequeñas donaciones- aportaciones de los millones de visitantes. Aunque detrás siga habiendo, como siempre, una poderosa casta sacerdotal.

A partir del siglo XIV comenzó el declive de la civilización jemer. Las causas no están nada claras. Pudo ocurrir que los canales y embalses se fueron colmatando de limo. No tuvieron el mantenimiento necesario y dejaron de ser útiles, trayendo el colapso del sistema de regadíos. Otros han demostrado que hubo largos periodos de sequías, que provocaron hambres y la población fue abandonando Angkor. Pudo haber revueltas sociales o inestabilidad política que aprovecharon los reinos vecinos. Quizás fueron varias causas convergentes.

El caso es que la civilización de Angkor desapareció del mapa en el siglo XV envuelta en misterios y no volvió a «descubrirse» hasta que llegaron los franceses con sus exploradores en el siglo XIX. Para entonces, la selva se había tragado casi todo. Muchos templos habían sido derrumbados y otros tendrían un aspecto aún más fantasmagórico que el de Ta Prohm. Todos envueltos por la selva. Se optó por cortar árboles donde se podía, aunque cayeran buena parte de las construcciones. Hoy se mantienen los árboles con sus mortales abrazos, como un encanto salvaje de estos templos únicos en el mundo. Los viejos dioses siempre son superados por los nuevos. Primero construyeron templos hinduístas, luego budistas. Ahora la Naturaleza extiende sus brazos mostrando todo su poder. El tiempo se lo lleva todo. Incluso a los dioses, a todos.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

2 Comentarios

  1. ¡Menudos templos, amigos!

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  2. Os estoy siguiendo, tanto por los mensajes que me mandáis al móvil, como por la web. Os deseo lo mejor a todos. Pero no olvidéis decirle a Fernando que el día 30 tenemos despedida. A ver si se va a atiforrrar a comer gusanos y luego rechaza hasta un cuarto de asado. Y una cosa más: Las chicas que le acompañan en la foto están de mejor ver que las de Costa Rica.
    Salud para todos

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