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Confluir o no confluir

Artículo de opinión de Juan Ramón Aguado

Tras las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado 24 de mayo, se ha venido visualizando en hechos de representación política, lo que las encuestas de intención de voto y el ambiente social, vaticinaban con cierta certidumbre; “los tiempos están cambiando”, como decía Bob Dylan en una canción hace ya unas décadas.  Cuatro años atrás, también en primavera, florecía en las plazas de multitud de ciudades, villas y pueblos de este país, lo que se vino a llamar “15M”; una eclosión espontánea de descontento social, que a pesar del desden o directamente desprecio, con que se lo nombraba desde los ámbitos del poder, parece que fue algo más que una alergia transitoria y las semillas que dispersó entre la población, no cayeron en tierra baldía. Después de ese, digamos “génesis”, y sus consecuentes frutos en forma de mareas y movimientos sociales, un hecho marca sin lugar a dudas la dinámica política y no es otro que la aparición en escena de “Podemos”. En su corta existencia ha recorrido un camino exitoso a la vez que complicado; vertiginoso a la vez que reflexivo; un sendero que consiguió concitar multitud de simpatías, pero que a la postre ha despertado a poderosos enemigos. Y tras este periplo, henos aquí delante de unos resultados electorales; de una buena baraja de éxitos en los mismos (entiéndase el juicio desde abajo o desde la izquierda, como prefieran) y de un interesante y a veces acalorado debate sobre las estrategias a seguir de cara a las elecciones generales.

Es aquí donde la cuestión que se enuncia en el título toma cuerpo: “¿confluir o no confluir? y verdaderamente es un dilema. Como un resorte automático, la primera conclusión que se derivó del 24M, es que las listas de confluencia habían tenido más éxito que los partidos unitarios; esta reflexión comparaba esencialmente los votos conseguidos por plataformas ciudadanas, con los computados por Podemos en los mismos territorios; así las cosas, la derivada evidente es que había que seguir el ejemplo de las primeras, para trepar suficientemente en el ranking electoral.  Sin embargo, considero que la cuestión es en realidad más compleja, ya que el número de elementos a tener en cuenta para evaluar el resultado de las elecciones, es bastante mayor. Pasemos por tanto a enumerar una serie de consideraciones:

  • Los representantes conseguidos por Podemos en los parlamentos regionales, son un éxito irrefutable y un resultado que puede calificarse de histórico; pero tras afirmar esto, inmediatamente hay que decir que también es una cosecha insuficiente y por tanto en parte una decepción o dicho de otra manera: con los porcentajes obtenidos trasvasados a las generales, la marea de cambio político predicada, va a encontrar serias dificultades.
  • Es cierto que son reconocibles los magníficos resultados de las plataformas ciudadanas en lugares como Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela, Cádiz, La Coruña, …; pero no es menos cierto que otras agrupaciones paralelas, han corrido peor suerte en muchos lugares y para llevar a cabo un balance real del asunto, hay que meter todas las bolas en el saco y ver cuanto pesa realmente.
  • Al mismo tiempo, la estructura de estas listas de confluencia no es homogénea y así encontramos, coaliciones clásicas de varios partidos; plataformas de funcionamiento asambleario sin vinculación directa con siglas; agrupaciones que incluyen movimientos ciudadanos; partidos no tan nuevos que han conseguido importantes triunfos en la comunidad valenciana; etc.
  • No nos olvidemos además, que los que vemos el juego desde dentro, tenemos una percepción distinta de la que tienen la mayoría de los ciudadanos; lo que para nosotros son combinaciones de elementos conocidos, imagino que será mucho más difícil de identificar desde fuera y el baile vivido en las elecciones municipales, de parejas, de tríos, de cuartetos,… habrá resultado en general bastante confuso.
  • La posición de I.U. sobre el tema que tratamos, viene condicionada por dos cuestiones: Una es el enfrentamiento manifiesto en su seno entre dos corrientes; que a groso modo vienen a significarse entre los que abogan por el acercamiento a otras agrupaciones de izquierda (entre ellas por supuesto estaría Podemos) y los que defienden la integridad de la marca I.U. como aglutinador original de este sector político. La otra cuestión condicionante, serían los resultados cosechados por esta formación el 24M, que si bien a escala municipal no son desdeñables, si que suponen una importante caída en el campo autonómico. De esta cosecha deriva la otra variable, dando fuerza a la solución de la confluencia, que parece ahora ser la opción defendida mayoritariamente en I.U.
  • Y en este mismo hilo habría que valorar hasta que punto el mencionado conflicto interno de I.U., no ha supuesto cierto lastre para Podemos; las vinculaciones entre las dos formaciones son evidentes, no solamente en programa, sino también en personas. La percepción de O.P.A. hostil que una parte de los primeros, han tenido con respecto a los segundos, ha dado una imagen de gresca entre bandas nada positiva.
  • El escenario mediático es otro de los parámetros a tomar en cuenta, para evaluar el tema. En un principio resultó propicio a Podemos; la elocuencia y el desparpajo de sus dirigentes resultaban además de rentables desde el punto de vista de las audiencias, muy efectivos señalando las vergüenzas del sistema; pero cuando las encuestas empezaron a confirmar una tendencia clara de la formación política como alternativa de poder, la cuestión cambió radicalmente y los que tenían en sus manos los hilos de estos medios, empezaron a exigir acciones contra el caballo de Troya, que se les había colado en sus ondas. La consecuencia ya la conocemos, infinidad de ataques plagados de falsedades, deformaciones y medias verdades, repetidos miles de veces por cientos de altavoces. Pero en este punto cabe señalar algo importante: “quien piense que dicha batalla va dirigida exclusivamente a Podemos, se equivoca; los disparos apuntan y apuntarán hacia cualquier posibilidad de cambio social que busque conceptos como: justicia, libertad, derechos, sostenibilidad, igualdad,… No es un problema de siglas, sino de marea de fondo.
  • Sumemos aquí otro de los convidados al balance, “Ciudadanos”, ese partido que formaba parte de la baraja política catalana y que de buenas a primeras proliferó por todas las comunidades autónomas y la mayoría de los pueblos del país. Algunos han comparado la trayectoria de Podemos, con la que representó el P.S.O.E. (o más bien Felipe González y sus acólitos), durante la transición; craso error; ese papel le está intentando desempeñar en este momento el partido de “Albert Rivera”; personifica el voto de la regeneración “moderada”; de los cambios políticos “sin salirse del tiesto”; de la sustitución de caras, pero no de fondos; supone una herramienta surgida con toda claridad para limitar la escalada de Podemos; a la que por otra parte se le adivinan apoyos muy sustanciosos en los entornos de la gran empresa; que retratan bastante bien su compromiso ideológico. Sin embargo, a pesar de las evidencias, la estrategia ha resultado en parte exitosa y ciudadanos, mimetizando mensajes de los movimientos sociales, ha conseguido calar en una parte del electorado.

Con estas cartas y con algunas más que seguramente faltarán, hay que jugar la partida de las elecciones generales y las conclusiones que se pueden sacar al poner en juego los componentes enumerados, no responden a una simple regla de tres, sino que la incertidumbre va a ser siempre un acompañante de cualquier solución que se tome.

Tras la exposición anterior, lo primero que había que anotar, es el hecho de que se está intentando algo así como la cuadratura del círculo; se busca un éxito electoral en una sociedad que a todas luces no está preparada para una implicación política abierta y amplia: predicamos un cambio basado esencialmente en la participación ciudadana, en la democratización profunda; conscientes como somos de que una empresa de tal calado, no se puede acometer solamente desde las cabezas pensantes de un liderazgo político, por muy buenas que sean estas; sin embargo, a veces se nos olvida, que el sendero seguido en la historia reciente, ha sido esencialmente el contrario; nos ha ido conduciendo hacia una suerte de idiotización colectiva, que fomenta el individualismo en una progresiva miseria; el narcisismo más absurdo y un bucle vital constante, que nunca deja tiempo para pararse a pensar más de cinco minutos. Por tanto, no estaría demás recuperar la idea de que el fermento del cambio se siembra desde abajo; que es el empuje social el que realmente le permite y que así se puede leer en muchos momentos de la historia.
Llegados a este punto del discurso, volvemos al principio, a la labor de siembra que supuso el 15M, a la importancia de que el hábito de la intervención política cale entre la gente y se convierta en una costumbre; a la conciencia de que los debates que se escuchan en el parlamento, tienen que ser los nuestros, los de todos, ya que sencillamente tratan de nuestras cosas, de nuestras condiciones de vida y de convivencia. Y con el círculo de palabras ya cerrado, afronto las conclusiones, pero en vez de respuestas me surgen preguntas:

  • ¿No será en cierta medida un mito, la idea de la unión de la izquierda?
  • ¿Qué tienen que confluir, los programas o las personas?, concordando con los idearios defendidos, parece más bien que son los primeros, que es el debate de ideas, lo que tiene que generar acuerdos y no lo contrario.
  • ¿Cuál es la verdadera efectividad de la llamada confluencia, no tiene que ver exclusivamente con el problema generado por la ley electoral, que promociona a las mayorías?
  • ¿Y si es así, una vez superado cierto porcentaje de voto, no está perdiendo efectividad la propuesta?
  • ¿Verdaderamente se recoge más voto en listas conjuntas, que en propuestas separadas, no podría ocurrir que hay ciertos sectores, que no votarían a un compendio de siglas, pero si se identifican con grupos separados?
  • ¿No sería más lógico, reafirmar y trabajar las propuestas propias, en vez de meternos en bailes para buscar pareja?
  • ¿Hasta que punto la idea de la democracia participativa, no supone en si misma la superación de la dinámica de partidos? El hecho de encasillar a cada cual en una sigla, no deja de ser un ejercicio ilusorio, que limita la libertad personal y que falsea y condiciona el discurso de cada cual.
  • Y finalmente: ¿Tiene sentido a estas alturas de la película, seguir persiguiendo utopías? A esto si que respondo: Considero que si, porque los aconteceres de la historia demuestran, no que no sirvan de nada las luchas; sino más bien que si los entornos de poder no hubieran tenido un contrapeso de románticos utópicos enfrente de ellos; las cosas pintarían mucho peor; que el progreso social no se produce por el hecho de que alguien invente un tratamiento para una enfermedad, sino por que hay otros que lo reclaman como un derecho común.

Pero en cualquier caso, no me hagan mucho caso, quizás patine en más de uno de estos párrafos y no sea capaz de ver puntos, que a ustedes les resultan evidentes; sin embargo, si han llegado hasta aquí leyendo, me doy por satisfecho; que prosiga el debate.

Opinión: Juan Ramón Aguado ( Podemos Cuéllar)

Autor: Redacción Cuéllar

Muévelo

2 Comentarios

  1. Estimado compañero yo pertenezco al Circulo de Podemos de Arganzuela en Madrid mi corazón es cuellarano. tus reflexiones sobre la confluencia me parecen muy acertadas. Es cierto que lo que se plantean al final son muchos interrogantes, pero creo que la propia dinámica de los acontecimientos nos arrastrará a una solución. Mi opinión es que debemos conservar la marca Podemos y tal vez se podría ofrecer a los compañeros de IU que aparecieran dentro de podemos como una corriente más o menos organizada pero con un compromiso de lealtad y evitando el fraccionalismo.

    Aquí en Madrid también es un tema que genera muchas y a veces enconadas polémicas dentro de los Círculos.

    Salud,

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    • Hola Nebreda:

      Gracias por leer el artículo. En mi opinión la opción más acertada pasa por lo que señalas «dejar fluir los acontecimientos» y esa corriente en este momento creo que nos lleva más bien a la reafirmación de cada cual, antes que al inicio de una nueva construcción de siglas. Esencialmente creo que no hay ninguna garantía, de que una marca de confluencia, obtenga mejores resultados, que las ofertas por separado; por que los problemas yo les veo más que en ir separados, en ir enfrentados; en la presentación al público de una discusión entre Podemos e I.U., que básicamente no se entiende; porque considero que desde fuera se observa más como una rabieta, que como un debate de fondo.

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